sábado, 23 de abril de 2011

Ramona.

Aquel cigarrillo dibujaba una pequeña estela de humo por todo el lugar. Ella daba la última calada mientrás veía su cuadro a medio terminar, en el suelo. Su corazón latía despacio, sin prisas; esperando a que su móvil sonará, a que alguien llamase al timbre... esperaba una señal. Pero no había ninguna.

Dejo el cigarrillo descansando en el cenicero, y sus dedos comenzaron a jugar con el mechero de gas. Ramona respiró profundamente. El móvil comenzó a sonar. Era su madre, para recordarle que cenase algo.

Al colgar, se dio cuenta de que él no volvería; nunca más.

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