Era una tarde de primavera, que perfectamente podría hacerse pasar por una de invierno. El cielo amenazaba con dejar caer una inmensa y descomunal cantidad de agua, parecía que la madre naturaleza no estaba para nada contenta con aquel pobre día de primavera; quería hacerle sufrir un poco más. Juliette iba tranquila, sin darle mucha importancia a esas nubes grises que decoraban el cielo azul.
Una vez que llego al lugar de encuentro, se encontró a todos sus compañeros refugiados bajo el porche de aquel colegio. Ella se sonrió un tanto extrañada; y se quitó los cascos.
-¿Qué hacéis ahí?-
-Refugiándonos, ¿te apetece jugar a las cartas?- dijo Eva.
-Por supuesto.-
Las cartas iban deslizándose por el suelo hasta su propietario, y los típicos problemas hicieron su aparición: a Héctor se le veían, Apple no conseguía las que ella quería, Alex no quería jugar y, junto a Borja, bromeaban y decían en alto las cartas que el segundo tenía. Al cabo de unas vueltas, llegaron el resto. Cuando se pusieron a saludarse, Juliette vio a alguien que no pegaba ahí.
Él tenía los ojos verdes, y su pelo lila estaba decorado con un oscuro sombrero, que hacía juego tanto con sus botas, como con el resto de ropa. Ella no pudo dejar de mirarlo y le sonrió.
-Dave, ¿qué haces aquí?-
-Vengo a hacer una sustitución- sonrió- ¿y tú? ¿No se supone que eras un gatito?-
-Si, pero como voy a morir igualmente, tengo que disfrutar mis últimos días, ¿o me piensas salvar tu?-
-Sabes que si pudiera lo haría; pero estabas en el momento y en lugar equivocado.-
-Dejad de hablar, que vamos a empezar ya el ensayo- dijo Borja al fondo del pasillo.
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