Las palabras me ahogan. Se clavan en mi garganta, impidiendo el paso de cualquier sustancia: aire, agua, voz....
Déjame, déjame que muera ahora, mi dulce amor.
Ahora que he conseguido perder el rencor. Ahora que he vuelto a ser la de antes, borde y torpe. Pero por favor, hazlo ahora. Ahora que mi mente te tenía idealizado; y que mi boca jamás pronuciara esas odiosas palabras:
ERES UN TRAIDOR
guau (meencantó)
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