Una vespa aceleraba y aceleraba en dirección a la estación de autobuses, ese día iba a volver a verla. A percibir esa sonrisa, que siempre le apoyaba en los malos y buenos momentos. Esos ojos, que llenos de preocupación, la había acogido, cuando más necesitaba apoyo. Aquella persona, que siempre estaba dispuesta a escucharla; aunque supiera, que algún día se dejaría la oreja junto al teléfono. Hoy, Julia, la chica de larga melena dorada, volvía.
Eva, le dio más gas a la moto, haciéndola rugir. Pero quien le iba decir, que en el justo momento en el que fue a acelerar, se encontrase con la mirada de unos ojos azules. Ella giró el cuello, cuando la moto aceleraba para verle mejor; pero ese chico, solo se tapo los oídos al oír el estruendo de la pequeña motocicleta.
Resopló y siguió en dirección a la gran avenida. Paso junto a un autobús negro y miró el interior, esperando encontrarla a ella, y cuando la vio, empezó a tocar la bocina, pero ella llevaba los cascos de su i-pod. Se cruzo con el autobús, y el conductor, de este; le dio con fuerza al claxón. Entonces la chica de pelo rubio, que se encontraba dentro, miró hacía la culpable y sonrió. Aquella chica, la conocía.
Que caprichoso era el destino.
el destino, el destino...SUPER CAPRICHOSO!!
ResponderEliminarsabes que me encasntan las vespa? Pienso comprarme una, está mas que decidido muajaja ^^
besos
El destino.. el destino juega con nosotros, constantemente.
ResponderEliminarBonita entrada, un beso! :D
¡Los autobuses nunca jamás deberían ser negros!
ResponderEliminar(un mimo
y un té)