lunes, 11 de enero de 2010

Arma en mano.

Y hubo un momento, en el que me miré, con un arma en la mano, sin saber muy bien que hacer; porque, en cierto modo, se que tú tampoco sabías que iba ha hacer yo. Fue un momento estúpido; no quise disparar, me lo pensé y fue peor. No por ti, tampoco por mi, si no por el hecho de llevarla en la mano.

Por pensar que todo se podía acabar de esa estúpida manera. Que mis problemas se irían, que si te eliminaba a ti, no habría mas dudas, mas problemas que me acosaran en las oscuras y agobiantes noches.

Tu mirada no me perseguiría, tus ojos no me mirarían, tus palabras no me volverían a herir nunca. Pero, me sentiría como si perdiese, como si este juego no lo acabase del modo que debería acabar.

Así, que te la tiendo, ahora la decisión esta en tus manos, como siempre. Yo aceptaré cualquiera de las dos: borrarme de tu vida para siempre, o quedarme en ella de una forma silenciosa.

Ninguno ganará.

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