viernes, 7 de enero de 2011

Recuerdos.

Los pasillos solitarios, de lo que una vez había sido el más prestigioso palacio, añoran con desesperación un alma conocida. Ese alma, será su reina, la reina que retorne la grandeza a su pueblo. Nadie recuerda el nombre del último rey, nadie recuerda el sonido de la última canción. Ese palacio, majestuoso, y con un brillo único, aún lo recuerda. Recuerda hasta como la última flor, brillo en aquel jardín.

Las losas de piedra se quejan por no oír ningún taconeo sobre ellas, los sillones se resienten por no sentir un cálido cuerpo cerca. Pero eso no es lo único que se queja en aquel hermoso palacio. Las almas de los fantasmas, lloran por el abandono, y la destrucción que reinan allí. No todos recuerdan como fue la última visita. Ya que mucho llegaron apenas varios minutos después.

Un alma en la que su cabeza descansa una vieja corona, no cesa de llorar. Aquel hombre cuenta una y otra vez, las puestas de sol. Espera que algún día llegué la salvación para aquel, triste pueblo, que descansa bajo el que una vez, en el recuerdo de alguien fue el más magnífico de los monumentos construidos.

Aquel pueblo, en el que solo habitan criaturas, que temen al olvido, ya no es lo que un día conocieron. Aquel hermoso pueblo que había brillado con luz propia. Intentan rememorar y citar textualmente lo que la más vieja y sabia bruja, les dijo hace casi dieciséis años. Las palabras rondan por sus cabezas, pero no consiguen formar una oración como la que escucharon. La palabra reina, destaca en sus mentes.

Esperan a su reina, a aquella que una vez una bruja nombro, como la salvadora del pueblo conocido con el nombre de...